Aunque era temporada de lluvias, el sol solo salió el día de la foto, como si anunciara la llegada del verano.
Llevé a mis hijas y a mi abuela, que vive en una residencia de ancianos, a nuestra antigua ciudad natal.
Allí pasamos casi todo el tiempo reviviendo los recuerdos de mi abuela.
Repitió la misma historia con la emoción de un niño, a veces de manera desarticulada, pero siempre llena de vida. Cuando habló sobre mi infancia, sentí como una repentina ola de calor.
Mis hijas disfrutaron al escuchar historias de mi juventud que no conocían.
Mi abuela, que sufre de demencia, no puede recordar lo que pasó hace una hora y le cuesta crear nuevos recuerdos, mientras mis hijas crecen muy rápido y forman los suyos propios.
Jugaron con cuerdas, cogieron verduras del campo, se pintaron los labios en el tocador, se cortaron el flequillo y jugaron con muñecas artesanales que mi abuela había hecho a mano. En el lento paso del tiempo, la felicidad estaba por todas partes.
Si la belleza de las fotos sirviera para “complementar los recuerdos de nuestras vidas”, ¿los exquisitos detalles que capta el último teléfono OPPO podrían convertirse en el hilo que una esos recuerdos?
Espero que este colorido “hilo”, tejido con nuestras experiencias, permanezca en los corazones de cada ser querido. Con esta esperanza, pulsé el botón de la pantalla.

En un viaje a Sinkiang, vi unas crines de caballo sobrevolando unas praderas alpinas, pastores de camino a casa por interminables extensiones de paisajes ondulados, remolinos de polvo durante la migración estacional de los pastores, y árboles solitarios creciendo de forma salvaje sobre el pasto. El caprichoso clima en esta vasta región constituye la base de toda vida. Los turistas vienen y van, pero lo único que permanece son los rebaños de animales, las casas, los árboles, y la encantadora gente que llama a este lugar “hogar”.